23 mayo 2006

LA LLAVE DE LA FELICIDAD


Cuenta la leyenda que antes de que la humanidad existiera, se reunieron varios duendes para hacer una travesura.
Uno de ellos dijo:
- Pronto serán creados los humanos. No es justo que tengan tantas virtudes y tantas posibilidades. Deberíamos hacer algo para que les sea más difícil seguir adelante.
Llenémoslos de vicios y de defectos; eso los destruirá.
El más anciano de los duendes dijo:
- Está previsto que tengan defectos y dobleces, pero eso sólo servirá para hacerlos más completos. Creo que debemos privarlos de algo que, aunque sea pequeño, les haga vivir cada día un desafío.
- ¡Qué divertido! —dijeron todos.
Un joven y astuto duende, desde un rincón, comentó:
- Deberíamos quitarles algo que sea importante... ¿pero qué?
Después de mucho pensar, el viejo duende exclamó:
- ¡Ya sé! Vamos a quitarles la llave de la felicidad.
- ¡Maravilloso... fantástico... excelente idea! —gritaron los duendes mientras bailaban alrededor de un caldero.
El viejo duende siguió:
- El problema va a ser dónde esconderla para que no puedan encontrarla.
El primero de ellos volvió a tomar la palabra:
- Vamos a esconderla en la cima del monte más alto del mundo.
A lo que inmediatamente otro miembro repuso:
- No, recuerda que tienen fuerza y son tenaces; fácilmente, alguna vez, alguien puede subir y encontrarla, y si la encuentra uno, ya todos podrán escalarlo y el desafío terminará.
Un tercer duende propuso:
- Entonces vamos a esconderla en el fondo del mar.
Un cuarto todavía tomó la palabra y contestó:
- No, recuerda que tienen curiosidad; en determinado momento algunos construirán un aparato para poder bajar y entonces la encontrarán fácilmente.
El tercero dijo:
- Escondámosla en un planeta lejano a la Tierra.
A lo cual los otros dijeron:
- No, recuerda su inteligencia, un día alguno van a construir una nave en la que puedan viajar a otros planetas y la van a descubrir.

Un duende viejo, que había permanecido en silencio escuchando atentamente cada una de las propuestas de los demás, se puso de pie en el centro y dijo:
- Creo saber dónde ponerla para que realmente no la descubran. Debemos esconderla donde nunca la buscarían.
Todos se giraron asombrados y preguntaron al unísono:
- ¿Dónde?
El duende respondió:
- La esconderemos dentro de ellos mismos... muy cerca del corazón...
Las risas y los aplausos se multiplicaron. Todos los duendes gritan:
- ¡Ja... Ja... Ja...! Estarán tan ocupados buscándola fuera, desesperados, sin saber que la llevan consigo todo el tiempo.
El joven escéptico acotó:
- Los hombres tienen el deseo de ser felices, tarde o temprano alguien será suficientemente sabio para descubrir dónde está llave y se lo dirá a todos.
- Quizá suceda así —dijo el más anciano de los duendes—, pero los hombres también poseen una innata desconfianza acerca de las cosas simples. Si ese hombre llegara a existir y revelara que el secreto está escondido en el interior de cada uno, nadie le creerá.

Encontrar el sentido de tu vida es descubrir la llave de la felicidad.
La respuesta a la pregunta sobre el sentido de tu vida está dentro de ti mismo.
Y vas a tener que encontrar tu propia respuesta.
Definir el sentido no debe ser un tema sacralizado en un intento de magnificar la decisión y el compromiso que implica, pero tampoco debe ser dejado de lado como si fuera un hecho poco importante.
Una decisión de este tipo determina y re-significa mis acciones posteriores, así como actualiza en gran medida mi escala de valores.
Si yo decido que una determinada búsqueda, por ejemplo, le da sentido a mi vida, nada podría evitar que dedique la mayor parte de mi tiempo a esa tarea.
Nadie podría impedir que esa búsqueda se vuelva más importante que cualquier otra cosa, sobre todo más importante que cualquier otro objetivo de los impuestos por los condicionamientos familiares, culturales o afectivos.
Cada uno construye su vida eligiendo su camino.

2 comentarios:

Marcrisana2020 dijo...

Yo felicito tan hermosas iniciativas!!!

Que belleza de Blog.

Adelante y las seguiré...

Saludos cordiales,

Cristmar Mendoza

ManzRu dijo...

Muchísimas gracias a ti por visitarnos, por tus bellas palabras y por tus ánimos. Es todo un honor.